Juan y Manolo se visitaban dos veces anualmente. En verano Juan se quedaba a dormir en casa de Manolo y en Navidad Manolo en la de Juan.
Las fiestas privadas que ambos organizaban eran para gente selecta. Durante días se veía a gente de fuera de la comarca entrar y salir, personas que venían desde los puntos más dispares del mapa. Aquellas fiestas eran la materia prima perfecta para rumores y cotilleos.
Las malas lenguas del lugar afirmaban que en las casas de Manolo y Juan se realizaban rituales satánicos, decían que durante las quedadas se usaban animales para sacrificios. Lo cierto es que nada de eso ocurría.
Juan y Manolo llevaban décadas compartiendo mediante el standard RFC1149 junto a cada vez más gente que se sumaba al grupo.
En lo alto de sus viviendas almacenaban los columbogramas en los palomares. Durante las quedadas intercambiaban palomas mensajeras que posteriormente regresarían a sus hogares cuando fuera preciso.
Los columbogramas eran idénticos y viajaban con teras de datos cifrados. Usaban a las palomas para mandar copias de seguridad cifradas de sus servidores solares.
En caso de desastre siempre podrían recuperar los datos en menos de 24 horas.
Lo bueno de mandar las copias cifradas mediante paloma mensajera era que si alguien mataba la paloma no se sabría ni el destinatario ni el remitente. El mensaje tampoco podría ser descifrado.
Las palomas eran capaces de franquear, en un solo día, distancias de 700 a 1000 km a velocidades superiores a los 90 km/h.
Lo normal era no sobrepasar los 300 Km de distancia entre envíos porque el riesgo de que la paloma pudiera no llegar al destino era alto.
Juan estaba cansado de vivir solo y Manolo era su gran amigo con el que le gustaría vivir. Escribió aquella noche un mensaje en el que se sinceraba sobre lo malo que era vivir en soledad e
invitaba a Manolo a vivir con él ya que ambos estaban en una situación similar.
Mandó la paloma mensajera desde lo alto del palomar durante la noche. Seguramente a medio día del día siguiente ya estaría en manos de Manolo.
Pasaron varios días y no regresaba el mensaje. Juan empezó a pensar que posiblemente podría no haber llegado y mandó otra paloma con el mismo mensaje.
Pasó una semana y otra y Juan al no tener respuesta empezó a pensar que lo mismo se había pensado que con la propuesta buscaba una relación amorosa.
Pasó un mes y Juan no tenía respuesta. Mandó un columbograma especial que permitía geoposicionar la paloma. Estaban prohibidos este tipo de columbogramas pero … Juan estaba
preocupado. Monitorizó el envió para ver si la paloma estaba llegando al palomar de Manolo y … lo cierto es que si.
Manolo posiblemente estaba ofendido por la propuesta de irse a vivir juntos. Quizás pensó que buscaba una relación y se enfadó. Juan no soportó quedarse “en visto” y tras comprobar que las palomas estaban llegando bien se quitó la vida ahorcándose.
Manolo entró al palomar como cada día a ver si tenía mensajes. Era raro que Juan no le mandase algún mensaje durante meses y estaba empezando a preocuparse.
Al abrir la puerta del palomar vio allí un palomo que no pertenecía al palomar. Un palomo que se llevaba a las palomas a otros palomares. Un palomo ladrón