Un cartel sobre la puerta reza «Comunidad del software libre». Decides entrar y nada más abrir la puerta de esa habitación no puedes evitar fruncir el ceño.
Por cosas del destino recuerdas aquel día en el que te tiraste en el ascensor un pedo, de los que no suenan, en la quinta planta. Un pedo que digeriste bien junto a las personas que te acompañaron desde el cuarto piso a la planta baja.
Esta habitación llamada «Comunidad del software libre» te recuerda aquella experiencia porque huele un poco a cerrado, un poquito a rancio si se me permite.
Las mismas ideas están rebotando una y otra vez por las paredes techo y suelo como mantras en un loop que se repite hasta la eternidad:
– La mejor distro es …
– Se dice GNU Linux
– Noseque escritorio es mejor que …
– Noseque editor es mejor que …
– Las libertades del software libre son …
– …
En una pizarra de corcho, sostenido con un par de chinchetas, se ve un articulo neoliberal impreso de una web que parece llamarse Linux Adictos o algo así. A su derecha un cuadro gigante de San Ignucio ilumina toda la instancia.
Señoros sentados en sillones frente al fuego sostienen copas de balón bien regadas de brandy. Mientras escuchan en la radio «Cuando fuimos los mejores de Loquillo» acarician sus barbas y farfullan batallitas de tiempos pasados.
Sin que noten tu presencia pegas la hebra para escuchar un fragmento de su conversación:
– [Señor 1] Te acuerdas de los tiempos en barrapunto, la tira ecol, …
– [Señor 2] Jajaja claro que me acuerdo, que tiempos aquellos. Antes era todo más sencillo.
– [Señor 1] Ahora solo quieren más libertades, no se conforman con las 4 que nos ofreció San Ignucio.
– [Señor 2] Ahora todo lo quieren cambiar hasta la forma de hablar.
No recuerdas haber sintonizado el canal historia por lo que decides apartarte y tomar un algo. Al fondo ves la barra de un bar y optas por probar una app con leche vegetal y cuando lo pides el camarero se ríe y dice en voz alta: Señora aquí solamente tenemos leche normal, de verdad.
Suena una carcajada grupal en la sala que no sabes muy bien como tomarte pero que seguramente será sin bebida vegetal.
No pareces encajar en esta sala, quieres tu propia habitación. Empiezas a soñar por tanto en las cosas que te gustan, con las que te sientes cómoda.
Decides construir tu propia habitación en tu imaginación:
- La nueva habitación tendrá ventanas grandes para poder airear el espacio.
- La nueva habitación no tendrá brandy y si horchata fresquita.
- La nueva habitación tendrá muchas puertas y serán giratorias para que la gente entre y salga cuando quieran.
- …
Decides compartir en redes como te gustaría que fuera la habitación para sentirte cómoda y tras el trabajo te tomas una siesta para descansar la cabeza un poco.
Tras la siesta lees con horror miles de comentarios en los que se ríen de ti, en los que han investigado de donde vienes y que hiciste en el pasado. Han realizado memes con tus fotos de veraneo y algunas personas te ridiculizan en cuanto encuentran el más mínimo error en lo que dices.
¿Ahora entiendes porque todo el mundo salió corriendo del ascensor en cuanto llegó al bajo?. ¿A quien no va a gustarle un pedo en un ascensor verdad? (en un Baptisterio romano es ya otra cosa).
Estás tocando el suelo por el que caminan muchas personas. Estás tocando las bases en las que han forjado su identidad y … ¿si les quitas eso que les queda?
Esa habitación huele a cerrado porque no dejan permear nuevas ideas. Se sienten cómodos hablando de lo que saben o creen saber y si les pones en duda eso lo ven como un ataque.
Evidentemente no todo el mundo en esa sala imaginaria es así. No todo el mundo en la comunidad del software libre es un reply guy de redes sociales pero … existen y hacen mucho ruido.
Saludos cordiales.